Muchos tratadistas, ya desde tiempo inmemorial, definen la heráldica simplemente como la ciencia del blasón.

En toda área de conocimiento, siempre se debe iniciar conociendo cuál es el marco en el que se mueven todos sus aspectos, y para ello es necesario tener una definición concreta de dicha área de conocimiento. Por ello, una definición aceptable de lo que es en sí la heráldica, bien pudiera ser esta:

«La heráldica trata de ordenar el conjunto de signos gráficos reglados, conducentes a lo que se denomina blasón, y que dan origen a un lenguaje propio, que permite expresar de esa manera gráfica, la posición, aspiraciones, etc., de un individuo e incluso de un colectivo».

Heráldica, etimológicamente hablando, proviene del vocablo herald, que se podría llegar a traducir como “anuncio” o “llamada”. La heráldica, tal como la conocemos más o menos ahora, se podría decir que nace en el siglo X, aunque en honor a la verdad se debe decir que símbolos que se utilizan para identificar a determinados individuos, ya se vienen utilizando desde hace miles de años.

Además, cabe decir que es alrededor del siglo XIII cuando nace la figura de los reyes y jueces de armas, que eran y son los encargados de distinguir y determinar las armas, con autoridad legal suficiente para discernir y denunciar sobre dicha materia, y con ello se inicia un gran avance con respecto al conocimiento, ordenamiento y perfeccionamiento de todo lo heráldico.

heraldica

La autoridad que faculta a los ahora llamados cronistas jueces de armas, vienen siendo reguladas por las Ordenanzas dadas por Felipe II el 23 de septiembre de 1593, la Cédula Real dada por Carlos III el 11 de septiembre de 1761, en la Cédula Real dada por Carlos IV el 16 de junio de 1802, en el Real Decreto Ley dado por Alfonso XIII el 29 de julio 1915, y por el Decreto Ley fechado el 15 de abril de 1951. La heráldica ha atravesado a lo largo de la historia por varios periodos, que se podrían dividir en cuatro.

 

Periodos

El primer periodo se suele denominar inicial o primitivo, y abarca desde el siglo X hasta el siglo XV. En este periodo se presenta una heráldica, como su propio nombre indica, muy primitiva, sin licencias a los adornos superfluos.

El segundo periodo podría llegar a datarse entre los siglos XV y XVII, y es un periodo de afianzamiento de esta disciplina, desarrollándose en este periodo la mayoría de las leyes heráldicas y demás avances, y que por lo tanto podría denominarse periodo de desarrollo.

El tercero, que abarca entre el siglo XVII y el siglo XIX, es un periodo en el que se pone de moda el abigarramiento excesivo y la eclosión del ornamento recargado, y al que por tanto podríamos dar el nombre de abigarrado.

Y por último, el periodo en el que ahora nos encontramos, que se inicia en el siglo XX y en el que parece que se manifiesta una vuelta a la sencillez de los blasones, además retomando su pureza y ortodoxia inicial, y que bien pudiera denominarse como moderno.

 

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